Se calcula que aproximadamente el 90% de nuestro tiempo transcurre en espacios interiores. Oficinas, colegios, hospitales, guarderías, centros comerciales o viviendas particulares. La mayor parte de las actividades de la vida diaria de un individuo tienen lugar en espacios cerrados. La calidad del aire que en ellos se respira puede afectar a la salud de las personas. La OMS ha cifrado en 2 millones anuales el número de muertes en el mundo atribuibles a la contaminación del aire interior, y además ha clasificado este fenómeno como el décimo factor de riesgo evitable en importancia para la salud de la población en general.
Cuando se pregunta a las personas sobre la contaminación del aire tienden a pensar en grandes fábricas o áreas urbanas con altos niveles de emisiones de los automóviles. Sin embargo, la contaminación en el aire está mucho más cerca de lo que pensamos. El 68% de los españoles cree que el aire interior de las viviendas y edificios tiene la misma calidad o es incluso mejor que el aire exterior, cuando en realidad puede estar hasta cinco veces más contaminado. Un problema más importante de lo que en principio puede parecer.
La generación Indoor
Según informa el Doctor Russel Foster, jefe del laboratorio del Instituto del Sueño y Neurociencia de la Universidad de Oxford, “desde 1800 hasta el año 2000, hemos pasado del 90% de las personas que trabajaban en espacios exteriores a menos del 20%. En muy poco tiempo, hemos pasado de ser una especie al aire libre a pasar la mayor parte de nuestro tiempo en espacios cerrados y muchos sin luz natural”.
Esta creciente tendencia a vivir en espacios cerrado ha originado la “Indoor Generation”. Esta nueva generación no es del todo consciente de que el aire del interior de viviendas y edificios públicos puede estar más contaminado que el aire exterior y que pasar demasiado tiempo en interiores puede tener efectos negativos en la salud.
Son muchas las actividades que realizamos a diario que pueden afectar a la calidad del aire de interior. Algunas tan aparentemente inocuas como cocinar, limpiar, ducharnos, encender velas, utilizar ambientadores, e incluso dormir, pueden promover la contaminación del aire. Esta contaminación puede derivar en la aparición de moho y bacterias. Aunque la mayoría de las bacterias que proliferan en el ambiente no son peligrosas, sí que existen cepas perjudiciales. Estas bacterias pueden causar manchas, malos olores e, incluso, enfermedades en los seres humanos relacionas normalmente con asma y enfermedades respiratorias.
De hecho, vivir en casas húmedas y con moho aumenta en un 40% las posibilidades de tener asma. En 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó la "Guía sobre calidad de aire interior: humedad y moho" y estableció que hay evidencia epidemiológica suficiente para concluir que los ocupantes de edificios con humedad están en riesgo de desarrollar síntomas del tracto respiratorio superior e inferior (incluidos la tos y el silbido al respirar), infecciones respiratorias y asma.
Existen agentes contaminantes presentes en objetos del hogar que pasan desapercibidos y que, sin embargo, liberan toxinas que contaminan el aire que respiramos: como el tabaco en las casas donde hay fumadores, el polvo acumulado en las superficies (cuando se limpia con una bayeta no desaparece, sino que queda en suspensión), los diferentes detergentes, ambientadores eléctricos o microplásticos que provienen de materiales instalados durante el proceso constructivo son algunos de los elementos que pueden empeorar la calidad del aire interior.
¿Cómo detectar la contaminación del aire en interiores?
Uno de los principales problemas al tratar este tema radica en la dificultad de detectar este tipo de contaminación. Una pista la podemos encontrar en ciertos olores, también en síntomas como la irritación de la garganta, picor en la nariz o en la piel o sequedad en los ojos, todos ellos relacionados con problemas de moho y humedad. Recordemos que si el porcentaje de humedad en el interior de un local o una vivienda es inferior al 30% genera sequedad y si es superior al 70% provoca la presencia de moho y esporas que se esparcen por el aire y afectan a la salud de todos los que habitan el espacio.
La solución para ayudar a minimizar este problema pasa por garantizar una ventilación capaz de renovar totalmente el aire (a través de ventiladores o abriendo diariamente las ventanas) y apostar por productos que ofrecen soluciones para mejorar salud e higiene de los espacios como la que ofrece la pintura plástica para interior Uno Zero, de Pinturas Montó, que ayuda a higienizar los espacios.
Pintura plástica Uno Zero: cero bacterias, cero moho, cero olor, cero emisiones
Uno Zero es una pintura que ofrece una solución higienizante para cualquier espacio. Es una pintura con una composición con alto poder de contención de las bacterias, y con moléculas de bajo impacto, por lo que sigue las pautas de pinturas sostenibles fabricadas por Montó.
Su acción se debe a que la pintura Uno Zero incorpora iones de plata, elemento que ayuda a que con la pintura se cree una película resistente al crecimiento de bacterias y moho. Los procesos de calidad y certificaciones de laboratorios homologados avalan su poder higienizante, con una reducción del 99,9% de las bacterias en 24 horas, tras su aplicación y secado. Uno Zero es una pintura plástica mate que se puede emplear en zonas interiores, con gran capacidad de cubrición y, por supuesto, lavable.
En la tapa del envase del producto aparece el sello que veis en la imagen que certifica que el producto aporta una reducción de la actividad bacteriana al 99%.
La limpieza en profundidad de los espacios interiores ha cobrado una especial relevancia, a raíz de la crisis sanitaria provocada por la expansión del Covid-19 a nivel mundial. Sabemos que, para prevenir el contagio de este y otros virus, las medidas de higiene personales son esenciales. También lo es la desinfección e higienización de nuestro entorno, aquellos lugares donde más tiempo pasamos, sea en nuestras viviendas o en los lugares de trabajo. A través de estas pinturas de última generación conseguiremos viviendas más saludables que repercutirán en las vidas de sus habitantes. Mejorar la calidad del aire de los espacios interiores es una cuestión importante que no debemos dejar en segundo plano.